Fotos: Ismael Almeida
A un costado de la Plaza Vieja, en pleno Centro Histórico de la ciudad, una casona antigua fue rediseñada en su estructura interior, donde se alojan el Planetario y su entusiasta colectivo.
La complicidad de su diseño crea una atmósfera, que va envolviendo a los visitantes hasta que estos quedan atrapados, víctima de la curiosidad. En buena ley la tecnología al servicio de los que disfrutan del conocimiento aún en el esparcimiento, y una nueva propuesta en la capital cubana.
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